24 de marzo de 2014

JÓVENES: ME VOY A CASAR…¡EAH! ¿QUÉ HAGO?

casarme

Erika Michael// BUENAS NUEVAS
@ErikaMichael12

El día de mi casamiento fue uno muy especial. Aún recuerdo cuando la vi caminando hacia el altar. Yo estaba extremadamente relajado junto al padrino hasta que la vi entrando por las puertas de la iglesia. Se veía hermosa, no me atrevía a mirarla a los ojos, me puse bien nervioso. Ella fue mi primera novia a mis 16 años, me casé con ella 6 años después, y hoy a 12 años de haberle pedido que fuese mi novia, se sigue viendo igual de hermosa.



No me creo un gurú en relaciones de pareja. Más bien un simple joven que quiere compartir contigo unos consejos de vida que he aprendido durante mi relación. Si estás pensando en casarte, primero que nada, quiero felicitarte. Porque, aunque la sociedad posmoderna, la moda y las estadísticas digan lo contrario, el matrimonio es la mejor decisión que puede tomar una pareja madura que se ama. ¿Por qué? Simple. Porque el matrimonio nació en el corazón de Dios. Porque Dios se lo inventó. Y si Dios se lo inventó, entonces tiene que ser bueno y tiene que funcionar. ¿Qué he aprendido durante todos estos años junto a Mayté? Muchísimas cosas. Pero comparto contigo sólo algunas.

Cuando éramos novios, solo podíamos salir formalmente los sábados en la noche. Era el espacio y el tiempo que nos permitían nuestros padres. ¿Y ahora que estamos casados? Los sábados en la noche los seguimos sacando para nosotros después de más de 12 años juntos. Pueden existir excepciones, pues ambos tenemos muchas responsabilidades profesionales y ministeriales, pero la norma es que el sábado es nuestro. Nos gusta descubrir lugares para comer (si alguien conoce alguno por favor nos lo dice… y si nos quiere invitar mejor todavía). Nos gusta darnos la vuelta por la isla, ir al cine o simplemente estar juntos en el sofá viendo una película. Somos intencionales en sacar este tiempo para nosotros. Sacar un tiempo para nosotros dos. De hablar. De soñar juntos. De esta forma la llama del amor se mantendrá viva.

Respeten la individualidad, la personalidad y el espacio del otro. Creo que esta idea está altamente influenciada por mi mamá, que siempre ha sido muy defensora de la igualdad de la mujer en nuestra sociedad. Así que es una idea que me corre por la sangre. En la pareja ambos son igualmente dignos. Ambos se merecen el respeto del otro. No trates de obligar al otro a hacer algo simplemente porque uno lo dice, pues no somos sus papás; somos su pareja. Si mi esposa desea comprarse una camisa nueva (todas las mujeres siempre quieren comprarse una camisa nueva) y yo creo que es innecesario, yo puedo tratar de convencerla de no hacerlo, y se pueden llegar a acuerdos, pero nunca me atrevería a imponerme sobre su criterio propio. De igual forma, si yo deseara irme a jugar baloncesto con mis amigos o salir a correr en las tardes a la playa, ella respeta mi espacio y entiende mis necesidades como individuo. Yo amo las aventuras extremas y todo lo que tenga que ver con la adrenalina, pero ella prefiere el aire acondicionado. Ella ama el café y sentarse en pequeñas cafeterías a ver cómo la taza del café se va vaciando en sus manos, a mí el simple olor del café me da cosa (más tengo ADD crónico, así que el estar sentado más de 3 minutos en un pequeño “coffeshop” pudiendo estar hacienda 20 cosas más me desespera un poquitititititititiitititititititititititititititititititititito nada más). Así que, porque nos amamos tanto y nos respetamos tanto, nunca yo me atrevería a exigirle a ella que deje ir a los “coffeshop” a beberse con calma el café que tanto ama, ni ella me exigirá a mí que no vaya a una cueva extraña o a un río a tirarme de una roca. Dentro de nuestra relación, existe el espacio para el tiempo de cada uno como individuo. Y de vez en cuando, definitivamente, me siento con ella a verla beberse el cafesito y ella se va conmigo a verme cómo me tiro desde la punta de la piedra al río.

En cualquier tipo de relación que conlleve la interacción entre seres humanos, siempre existirán momentos de desacuerdos. Eso no exime a las relaciones de parejas. Las discusiones, los malos entendidos y la controversia llegarán. Lo importante es recordar que tenemos que trascender el buscar un ganador o un perdedor a una disputa y llegar a resoluciones. Tiene que llegar el momento, probablemente cuando se todos se calmen y las aguas lleguen a su nivel, preguntarnos entonces, ¿y ahora qué? Tú me diste tu punto de vista y yo te di el mío, ¿dónde nos encontramos? Si para llegar a resoluciones necesitas un tercero que escuche el problema o la controversia, pues busquen a un tercero, ¿Por qué no? Cuando te duele un diente vas y buscas ayuda, si te rompes el brazo vas y buscas ayuda, si te duele la cabeza vas y buscas ayuda. Entonces, ¿por qué no buscar ayuda cuando hay dolor en la pareja? ¿Nos vamos a creer súper humanos que no necesitamos ayuda? Un tercero puede escuchar la controversia y dar una opinión desde una posición más objetiva, y así ambos poderse encontrar y llegar a una resolución y no simplemente dejar los problemas y las diferencias en el aire.

Seamos tan efectivos recordando buenos momentos como a veces, sin querer, lo somos recordando los malos. Por alguna razón, los recuerdos que nos traen mal sabor tiene la capacidad de nublar los buenos. No le demos ese espacio. Seamos justos y no evaluemos a nuestras parejas solo por “esa cosa mala que hicieron” e ignoremos todas esas pequeños y sencillos detalles que te pintaron una sonrisa en la cara. Esto tampoco es una excusa para volverse vago y dejar de ser detallista y reclamarle a la pareja que se “acuerde de aquel día hace 3 años atrás cuando lo fuiste”. Negativo. Seamos intencionalmente detallistas siempre. Una llamadita durante el día, una simple cartita, unas simples medias deportivas Adidas para correr (gracias Mayté), en fin, démosle razones. Inundémosles de buenos momentos y buenas razones para compartir junto a nosotros.

Sinceramente, puedo pensar en 5 o 6 cosas más, pero Erika Michael Guzmán me va a regañar porque el escrito está muy largo. Pero sí, el amor existe y sí se puede vivir un matrimonio feliz. Vendrán sus altas y bajas, pero el amor se lo jurarán ante Dios para toda la vida. Yo creo que Dios se toma eso en serio. Nosotros deberíamos hacerlo también.

PD: Mayté Álvarez, te amo con todas las fuerzas de mi corazón, y te sigues viendo tan bella como el día uno.


Escrito por: José Pimentel

@ErikaMichael12 
Construyendo relaciones saludables.
¡Nuestra misión eres tú! 
© 2014, Joven Cada Día 

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