@andresteatro
Desde pequeño siempre me consideré un soñador. Recuerdo ir a New York a visitar a mi papá y pasar por Broadway en el carro, pegado a la ventana, sorprendido, viendo todos esos letreros de las obras que se estaban presentando en aquel lugar. Soñaba con estar en las tablas, actuar, bailar, cantar, pero todo se quedaba en un sueño. Obviamente vivía en Puerto Rico y tenía a mi familia, regresar a la escuela y a mi vida normal. Ser un artista fue un sueño de niño y la verdad es que siempre lo vi solo como lo que era, solo un sueño.
¿Qué es un sueño?
La pregunta ahora es, ¿Qué es un sueño? Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse. O sea que nuestros sueños o proyectos no son reales, son simplemente un deseo que probablemente nunca se cumplirá. Si le preguntamos a cualquier persona, ¿Cuál es su sueño? Nos sorprenderían los años que lleva con su mismo sueño. Ahora, si le preguntamos, ¿qué está haciendo para alcanzar su sueños? Nos sorprenderíamos aún más con su respuesta. Esto no se trata de soñar o no, sino de que los verdaderos soñadores, son aquellos que tienen metas, saben el momento indicado para abrir sus ojos y decir: “¡Yo veo mi sueño y voy tras él!”
Yo decidí seguir el sueño de Dios
Soñar con los ojos abiertos no es suficiente, sino reconocer de donde proviene ese sueño y tomar acción. Tengo que admitir que cuando Dios comenzó a abrir puertas y a confirmar aquel sueño que tuve de niño, fue que entendí que mi sueño provenía de Él. Dios no puso un sueño en mi vida para yo hacer algo que no me gustara, Él no me ha abierto puertas en el teatro para yo estar haciendo algo que no sea teatro. Yo decidí seguir Su sueño, porque sé que todo está bajo control. Cuando tomé la decisión de llegar a New York y hacer mi maestría en Dirección Teatral fue porque Dios ya lo había puesto en mi corazón, le creí y decidí ir tras él. El día que entendamos que nuestro sueño, es el sueño de Dios, alcanzaremos mucho más de lo que pensamos.
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