18 de julio de 2014

AMAURY OYOLA: UN “BREAKESITO” MÁS

COMEDIANTES

Amaury Oyola // BUENAS NUEVAS 
@amauryoyola
Hace algunos años unas amistades me recomendaron que adquiriera un perrito para que me velara la casa. Creo que cuando escogí el que deseaba no verifiqué las letras pequeñas que decían:

“Si no le brinda el tiempo adecuado este perrito le destruirá el hogar”. Así como lo leen, mi perro Flavio, un Schnauzer precioso, pero inquieto hasta la saciedad. Lo que se supone que fuera una relación para disfrutar la compañía de ambos se convirtió en una guerra de supervivencia.

Al principio gasté chavitos en cantidad para que mi mascota tuviera lo último de la avenida. Mamelucos, gorritos, camisas, pantalones, bueno de todo con lo que el comercio te haga pensar que hará feliz al nuevo miembro del hogar. Esto sin contar las visitas al veterinario, que aunque fueras a llevarlo por un “grooming” tenías que hacerle el examen de los parásitos, los dientes y el corazón. Total, lo que pude haber hecho en casa con un cepillo, shampú y la máquina de afeitar, terminaba descuadrando el pago de mi auto. Yo creo que hasta las pestañas le contaban para ver si le faltaba alguna desde su última visita.

Recuerdo una navidad que decidí poner este mega árbol natural con unos adornos finísimos, entre la producción del palito y el “grooming” de ese mes, se me atrasó el auto y me cortaron el agua, pero al menos había luz para encender las bombillitas. Era el primer día en que dejaría al perro solo con el árbol y como la noche anterior se había portado tan bien, no me preocuparon los adornos carísimos que había comprado. Cuando llego del trabajo por poco me da un patatús. Los finísimos adornos estaban descuartizados desde la sala hasta la cocina. Por todo el pasillo había escarcha, bolas, estrellas, ángeles y campanas. Si no llego a tiempo, por poco se traga al niño Jesús. A José y María los encontré irreconocibles por tantos mordiscos debajo del tablillerito. Me dio tanta rabia con el perro que solo pude pegar un grito y me encerré en el cuarto dándome terapia porque desmadró todo lo que estaba a su alcance. Tenía tanto coraje que Flavio quiso jugar conmigo y no le hice caso. Lo que jamás pensé fue que al salir del cuarto unas horas más tarde, el bendito cachorro se encargó de tumbar el árbol al suelo y terminó de comerse el resto de los finísimos adornos incluyendo las espigas verde chatre que engalanaban el cucurucho del fenecido ícono navideño. 


CRISTIANOS
Luego de un tiempo, tuve que dar en adopción al perrito y se lo di a un pastor con un patio gigantesco para la felicidad de Flavio. Al estar sin él entendí que es una gran responsabilidad tener una mascota, también aprendí que somos nosotros los que tenemos que educarnos y conocerles teniendo la paciencia y el amor que ellos necesitan. Creo que lo mismo hace Dios con nosotros; mientras la ansiedad nos domina y acabamos con todo a nuestro alrededor, su paciencia nos rodea proveyéndonos esos "breakesistos" a diario. Hablando de esos “breakesitos” acabo de adquirir a Greco y en esta ocasión me revestí de paciencia y me estoy educando mejor para darle lo que merece, espero este año poner un árbol de navidad pequeñito y baratito, por si las moscas. 

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