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Ángel Roque estuvo envuelto en las droga durante veinte años. Hoy es el director del Centro Teen Challenge de Buena Vista, Bayamón.
Tal vez usted lo haya visto hace una década deambular por las calles de Bayamón, bajo el efecto de sustancias controladas. Al encontrárselo hoy no lo reconocería ni podría imaginar siquiera que se trata de la misma persona. Ángel Roque, director del Centro Teen Challenge de Buena Vista, tiene mucho que contar y en su historia hay un mensaje de esperanza para todos aquellos jóvenes y adultos que han perdido el control de sus vidas.
Ángel nació hace 44 años en Honolulú. Su padre era músico y formaba parte del grupo Latin Six. En una de las giras, como iban quedarse en Hawai un largo tiempo, la esposa de Roque –que estaba embarazada- viajó para reunirse con él. Vivieron allí hasta que Ángel cumplió los tres años. “Eso me cuentan; yo no tengo recuerdos de Hawai”, aclara. En cambio, sí recuerda cuando, ya de regreso en Puerto Rico, su padre se dejaba crecer la barba al acercarse la Semana Santa y hacía el papel de Jesucristo en las procesiones
Ángel heredó de su padre el gusto y habilidad para la música. Eso los unió mucho y fue un golpe muy duro para él cuando su padre falleció. Tenía apenas 15 años y no estaba preparado para recibir mensajes como: “Ahora tú eres el varón de la casa”. Hoy reconoce que “fue una autoridad dada a destiempo, yo no tenía capacidad de enfrentarla y eso me frustraba”. La frustración, unida al dolor, lo llevó a buscar un escape. “Desde ese entonces me inicié en el uso de diferentes sustancias, el alcohol, la marihuana… poco después heroína y cocaína”.
Aunque consumía drogas, el muchacho seguía siendo funcional, terminó sus estudios básicos y comenzó a trabajar. Su madre trabajaba, casi no se veían y ella no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. A los 18 años Ángel ya no vivía con ella, incursionó en sustancias intravenosas y perdió el control de su vida. “Mi vida tomó otro giro, perdí el trabajo y me internaron en un programa para rehabilitación”. La historia se repitió varias veces, entraba y salía de los programas sin obtener un resultado duradero. Por periodos vivía en la calle.
Fue recién a los 20 años de haberse iniciado con la marihuana que la vida de Ángel cambió radicalmente. Llevaba dos años sin hogar, viviendo en la calle, cuando llegó a Teen Challenge. Tenía 34 años.
“Yo estaba en un ´punto de drogas´ y llegaron allí personas de una iglesia para darnos alimentos. Nos invitaron a ir a su iglesia y unos quince aceptamos. Nos llevaron hasta allí y nos entregaron ropa y una bolsita con elementos de higiene personal. Nos bañamos y luego se nos ministró la Palabra del Señor”, relata el hoy director de un centro de rehabilitación.
“Yo estaba drogado pero al finalizar el mensaje del predicador, pude escuchar unas palabras que rompieron mi corazón: ´Piensa un momento lo que el enemigo te ha robado´. Al momento hice una introspección de lo que había sido mi vida y comencé a llorar sin consuelo. Luego el predicador dijo: ´Ahora te voy a presentar alguien que te va a devolver al ciento por uno lo que el enemigo te robó´ y nos presentó a Cristo”.
Ángel Roque estuvo envuelto en las droga durante veinte años. Hoy es el director del Centro Teen Challenge de Buena Vista, Bayamón.
Tal vez usted lo haya visto hace una década deambular por las calles de Bayamón, bajo el efecto de sustancias controladas. Al encontrárselo hoy no lo reconocería ni podría imaginar siquiera que se trata de la misma persona. Ángel Roque, director del Centro Teen Challenge de Buena Vista, tiene mucho que contar y en su historia hay un mensaje de esperanza para todos aquellos jóvenes y adultos que han perdido el control de sus vidas.
Ángel nació hace 44 años en Honolulú. Su padre era músico y formaba parte del grupo Latin Six. En una de las giras, como iban quedarse en Hawai un largo tiempo, la esposa de Roque –que estaba embarazada- viajó para reunirse con él. Vivieron allí hasta que Ángel cumplió los tres años. “Eso me cuentan; yo no tengo recuerdos de Hawai”, aclara. En cambio, sí recuerda cuando, ya de regreso en Puerto Rico, su padre se dejaba crecer la barba al acercarse la Semana Santa y hacía el papel de Jesucristo en las procesiones
La Crisis
Ángel heredó de su padre el gusto y habilidad para la música. Eso los unió mucho y fue un golpe muy duro para él cuando su padre falleció. Tenía apenas 15 años y no estaba preparado para recibir mensajes como: “Ahora tú eres el varón de la casa”. Hoy reconoce que “fue una autoridad dada a destiempo, yo no tenía capacidad de enfrentarla y eso me frustraba”. La frustración, unida al dolor, lo llevó a buscar un escape. “Desde ese entonces me inicié en el uso de diferentes sustancias, el alcohol, la marihuana… poco después heroína y cocaína”.
Aunque consumía drogas, el muchacho seguía siendo funcional, terminó sus estudios básicos y comenzó a trabajar. Su madre trabajaba, casi no se veían y ella no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. A los 18 años Ángel ya no vivía con ella, incursionó en sustancias intravenosas y perdió el control de su vida. “Mi vida tomó otro giro, perdí el trabajo y me internaron en un programa para rehabilitación”. La historia se repitió varias veces, entraba y salía de los programas sin obtener un resultado duradero. Por periodos vivía en la calle.
Veinte años después
Fue recién a los 20 años de haberse iniciado con la marihuana que la vida de Ángel cambió radicalmente. Llevaba dos años sin hogar, viviendo en la calle, cuando llegó a Teen Challenge. Tenía 34 años.
“Yo estaba en un ´punto de drogas´ y llegaron allí personas de una iglesia para darnos alimentos. Nos invitaron a ir a su iglesia y unos quince aceptamos. Nos llevaron hasta allí y nos entregaron ropa y una bolsita con elementos de higiene personal. Nos bañamos y luego se nos ministró la Palabra del Señor”, relata el hoy director de un centro de rehabilitación.
“Yo estaba drogado pero al finalizar el mensaje del predicador, pude escuchar unas palabras que rompieron mi corazón: ´Piensa un momento lo que el enemigo te ha robado´. Al momento hice una introspección de lo que había sido mi vida y comencé a llorar sin consuelo. Luego el predicador dijo: ´Ahora te voy a presentar alguien que te va a devolver al ciento por uno lo que el enemigo te robó´ y nos presentó a Cristo”.
Restauración
En ese culto estaba presente un grupo de Teen Challenge y al finalizar la reunión ellos ofrecieron la alternativa de ingresar a un centro de rehabilitación. “Algunos aceptamos y esa misma noche -20 de mayo de 2004- nos trajeron al centro de Bayamón”, recuerda Ángel. Al día siguiente recibió la atención que necesitaba en la sala de “ditox”. El proceso de desintoxicación dura normalmente siete días, pero a los tres días Ángel se declaró limpio y renuncié a los medicamentos. “En ocasiones anteriores yo consumía medicamentos más allá de los siete días. Pero esta vez comencé a sentirme libre al tercer día!”, declara.
Como paso siguiente, fue enviado a un albergue para personas sin hogar, en el centro Teen Challenge de Buena Vista, Bayamón. “El mismo centro del cual hoy soy director, contando con 12 staff ”, afirma con una amplia sonrisa. A poco de iniciar el programa retomó contacto con su esposa Gloria, con quien había convivido poco tiempo a causa de su condición de drogadicto. Ella accedió a visitarlo y más tarde entregó su vida al Señor. “Dios fue restaurando nuestro matrimonio y al año nos casamos en la Iglesia Evangélica Ministerio Sanador. La misma iglesia donde nos bautizamos y congregamos hasta hoy”, comenta.
Cuando Ángel ingresó al programa pesaba tan sólo 110Lb, con una mano inutilizada a causa de “un pinchazo mal dado en el cuello”. En una de las reuniones de adoración a Dios, recibió sanidad divina. “Mi mano comenzó a tener movimiento y no fue necesario que me operaran”, reconoce. En el marco del programa de rehabilitación fue discipulado y tuvo crecimiento espiritual. “Al año me dieron la oportunidad de ayudar en la oficina y al terminar los 18 meses de programa se me ofreció la oportunidad de pasar a ser empelado de la organización”, explica.
En un principio trabajaba en el departamento de Asistencia Nutricional y más tarde se desempeñó como asistente del director. Hace cuatro años que es director del centro. Él conoce de dónde vienen los que ingresan al programa, los comprende y ayuda a ser libres. “El Señor está utilizando en mi presente todas y cada una de mis experiencias pasadas, tanto negativas como positivas. Las que fueron mis mayores crisis, hoy son mi mayor testimonio del amor de Dios en un ser humano”, concluye Ángel.
Sanidad Física
Cuando Ángel ingresó al programa pesaba tan sólo 110Lb, con una mano inutilizada a causa de “un pinchazo mal dado en el cuello”. En una de las reuniones de adoración a Dios, recibió sanidad divina. “Mi mano comenzó a tener movimiento y no fue necesario que me operaran”, reconoce. En el marco del programa de rehabilitación fue discipulado y tuvo crecimiento espiritual. “Al año me dieron la oportunidad de ayudar en la oficina y al terminar los 18 meses de programa se me ofreció la oportunidad de pasar a ser empelado de la organización”, explica.
En un principio trabajaba en el departamento de Asistencia Nutricional y más tarde se desempeñó como asistente del director. Hace cuatro años que es director del centro. Él conoce de dónde vienen los que ingresan al programa, los comprende y ayuda a ser libres. “El Señor está utilizando en mi presente todas y cada una de mis experiencias pasadas, tanto negativas como positivas. Las que fueron mis mayores crisis, hoy son mi mayor testimonio del amor de Dios en un ser humano”, concluye Ángel.
Escrito por: Verónica Rossato
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