El personaje de Rambo fue para muchos el mejor ejemplo de un verdadero hombre, un hombre invencible, inteligente, implacable, vencedor y obviamente SOLO. Silvestre Stallone nunca ha sido bueno en su expresión oral, pero siendo Rambo no tenía ningún inconveniente, Rambo no hablaba, sino que actuaba. Rambo no necesitaba ayuda, todo estaba en su cuchilla, no mostraba sus expresiones, porque tenía durante toda la película una sola expresión: VENGANZA y una sola misión: tomar la justicia en sus manos. Rambo no se amedrentaba y se levantaba a pesar de las circunstancias. Luchaba contra el mundo y lo vencía. Rambo y su fiel M-16 (que todos queríamos tener), su bandana roja en la cabeza y sus botas bien ajustadas, era la señal de que nadie lo detendría en su propósito. Jugar a la guerra tomó otro significado, todos queríamos ser Rambo y no era una desventaja ser uno contra muchos, no, eso era precisamente ser Rambo.
Visualizar toda esta historia y estas memorias de algunos años atrás nos demuestra que el mito de Rambo sigue vigente como al principio. Nuestra sociedad vive con el mito de pequeños rambos que han sido influenciados por las definiciones huecas de la hombría. Hombres que creyeron que ser hombre era ser como Rambo: solitario, callado, vengativo, violento y sin necesidades por cubrir. Hombres que emprendieron su proyecto de vida interpretando sus heridas como debilidades que no podían mostrar. Cada uno interpretó su identidad de acuerdo a sus vivencias, trasfondos, circunstancias e influencias.
Es necesario que los hombres de este tiempo podamos entender la crisis de verdadera hombría que vive nuestra sociedad. Hemos creído que ser como Rambo nos hace hombres. Andamos por la vida con el mito de Rambo sobre nosotros. Es tiempo de ser libres de esos cuentos de películas. En muchas ocasiones, como Rambo, nos queremos enfrentar a la vida solos, sin ayuda de nadie, porque hemos creído que recibir ayuda nos hace menos hombres. Vivimos con el sentido de que el mundo vive en contra de nosotros y buscamos ser rebeldes, sólo con el deseo de ser tomados en serio para ser vistos, escuchados y admirados. Funcionamos con una cuchilla interna que creemos que tiene de todo, hasta lo necesario para curar nuestras heridas, sin ayuda de nadie. Nuestra percepción es que de esa manera somos invencibles y conquistaremos lo que sea. Esa percepción necesita ser evaluada porque los modelos basados en Rambo han fracasado.
Estamos viviendo un momento crucial e histórico que requiere de una nueva generación dispuesta a sanar la forma en la que se percibe el carácter del verdadero hombre. Un VERDADERO HOMBRE recibe ayuda de otros, reconoce que solo no podrá vencer las circunstancias que le rodean, vive con herramientas que le ayudan a sobrevivir, pero reconoce sus limitaciones. Un verdadero hombre no necesita demostrar su hombría como un llanero solitario, sino que la demuestra viviendo agarrado de la mano de Dios y de amigos fieles que lo edifican. Un verdadero hombre muestra su autenticidad cuando trabaja en equipo para lograr victorias trascendentales y permanentes y no efímeras. Un verdadero hombre no es como Rambo, que no dice nada, sino que expresa lo que piensa y puede mirar al futuro con la libertad de ser un hombre fiel, amoroso, servicial, prudente, sabio, íntegro y con un espíritu de conquista renovado por la palabra de Dios.
Rambo queda como el reflejo de un hombre a medias que requiere de la violencia y la venganza para sentirse realizado. Un verdadero hombre encuentra su identidad en Dios y se siente realizado. Ya no existe deseo de justicia propia, sino una confianza plena en la Justicia de Dios. Cuando vives al nivel de sus enseñanzas te conviertes en un HEROE (Hombres Edificadores Restauradores que Ofrecen Ejemplo). La definición de un héroe la viven los hombres que edifican, restauran y son de ejemplo para sus familias, sus hijos y futuras generaciones. Te invito a que dejes los mitos y seas sanado por la verdad. Porque, como es el pensamiento del hombre así vive. Como pensamos es como vivimos, cuando cambia tu manera de pensar se transforma tu manera de vivir.
Pastor/ Dr. Nando Steidel
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