25 de agosto de 2016

Las preguntas más importantes de un buen equipo Parte 2

carlos correa

Julio Román // Buenas Nuevas
@julitoroman

La semana pasada compartirmos acerca de que un buen equipo está compuesto por “buenos jugadores de equipo” y que el secreto para ser un “buen jugador de equipo” se encuentra en responder correctamente tres preguntas: ¿Por qué? ¿Cómo? y ¿Qué?

Ya respondimos la primera pregunta, ¿Por qué? ¿Por qué haces lo que haces? En otras palabras, ¿Cuál es la razón? ¿Tu objetivo, tu motivación? Ese es tu “por qué”. En esta ocasión responderemos las otras dos preguntas.

¿Cómo?

Luego de tener claro tu “por qué”, debes preguntarte ¿Cómo? ¿Cómo vas a cumplir tu por qué? ¿Cómo vas a alcanzar tu objetivo? ¿Cuáles son los pasos específicos que tienes que tomar para cumplir con ese propósito? Anótalos. Anota las acciones específicas que tienes que hacer.

Aún más importante que anotarlas es que tienes que ser disciplinado en hacerlas, tienes que ser disciplinado en el cómo. Usando el deporte del béisbol como ejemplo, en el béisbol, todo jugador conoce cómo se ejecuta cada jugada. Todo jugador sabe cómo debe jugar su base. El reto está en ser consistentes y disciplinados en dar los pasos cada día, veamos o no veamos los resultados inmediatamente. Eso es lo que hace a un buen jugador.

¿Qué?

Finalmente, la última pregunta es ¿Qué? ¿Qué es lo que haces? Esta pregunta aparenta ser más fácil de responder de lo que realmente es. Tú tienes que estar claro en qué es lo que haces- cuál es tu labor- y qué es lo que no haces. Ahí es que está el problema de muchas personas. Están más enfocadas en dar opiniones y comentarios acerca de cosas que no son de su incumbencia y se olvidan de prestarle atención a las cosas que sí se supone que les importe.

¿No me crees? Pruébalo. Observa en tu trabajo y cuenta la cantidad de empleados que han dado alguna opinión- sin que el jefe les pregunte- acerca de cómo se debe correr la compañía o acerca de algún aspecto que no tiene que ver con su trabajo. Luego, observa cuál es su desempeño en el trabajo que le corresponde hacer. Uhum. Ya entendiste.

Pero no nos vayamos lejos, lo mismo ocurre en la iglesia. ¿Cuántos hermanos has escuchado dando una opinión acerca de lo que el pastor tiene que hacer? Ahora observa el fruto de esos hermanos en sus propios ministerios. ¿Cuál fruto? Exacto. Eso ocurre porque las personas están más pendientes a la labor del jefe o del pastor que a SU labor. Esas personas no han respondido bien a la pregunta del “qué”.

Por otro lado, están las personas que se encierran en hacer únicamente lo que les corresponde hacer. La frase favorita de ellos, “es que ese no es mi trabajo”. Eso también está errado, porque un buen jugador de equipo sabe que habrá ocasiones en que le tocará apoyar a alguno de sus compañeros.

En el béisbol, si el bateador hace un toque por primera base, el jugador que está en primera base baja a buscar la pelota y el jugador de segunda base cubre la primera base para hacer la jugada. Hay momentos en que, como parte de alguna jugada, te tocará cubrir la base de un compañero, te tocará hacer una tarea que no te corresponde, una gestión que no cae dentro de tu descripción de trabajo. Sin embargo, por amor al equipo estamos llamados a hacerlo.

De ahí es que nace la oración “recibe una por el equipo”. Porque si el equipo necesita que yo reciba un pelotazo, por el equipo recibimos el pelotazo. Nos va a doler, pero vamos a llegar a primera base, y eso era lo que el equipo necesitaba.

A la hora de la verdad, un “buen jugador de equipo” es aquel que, en el terreno de juego, coloca al equipo antes que ellos mismos, antes que sus propios deseos y ambiciones. De esa clase de jugador es que están compuestos los buenos equipos. Ahora nos corresponde a nosotros responder ¿Por qué? ¿Cómo? y ¿Qué?

cine cristiano









Hasta la próxima semana,
///Julito


el boricua es otra cosa


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