“Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros sólo confiamos en nuestro Dios.” (Salmo 20:7 TLA)
Redacción // Buenas Nuevas
@BuenasNuevasPR
Todo el mundo confía en algo. La pregunta es, ¿en qué - o en quién - confías?
Nuestra sociedad tiende a rechazar la confianza - o por lo menos decimos que la rechazamos. Somos escépticos de todo y de todos. No confiamos en el gobierno. Los empleados no confían en los empleadores. Los clientes no confían en los negocios. Al llegar a la raíz de la decadencia de la confianza de hoy en día, encontrarás que “la decadencia de la verdad” en nuestra sociedad es gran parte del problema.
La verdad y la confianza van de la mano. Confías en personas que dicen la verdad. No confías en las personas si no piensas que te están diciendo la verdad y si no crees en la verdad absoluta, entonces no puedes confiar en nadie para te diga la verdad.
Nuestra falta de confianza causa tremendo estrés en nuestras vidas. Nacimos para confiar. Dios nos diseñó con la capacidad y el deseo de confiar en algo más grande que nosotros mismos porque quería que tuviéramos una relación con Él.
Si no confías en Dios, va a crear algo más para confiar. Puede ser un diploma en la pared, el dinero en el banco, tu cónyuge, tu carrera, o un pasatiempo. Este deseo de confiar en algo más grande que nosotros mismos no es nada nuevo tampoco. Los escritores bíblicos eran muy conscientes de esto en sus culturas. La Biblia dice en el Salmo 20:7, “Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros sólo confiamos en nuestro Dios.” (TLA)
La Biblia tiene un nombre para cualquier cosa en lo que ponemos nuestra confianza en lugar de Dios. La Biblia lo llama un "ídolo". La Palabra de Dios dice que, por nuestro propio bien, tenemos que alejarnos de los ídolos: "El día que el Señor les habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, tengan mucho cuidado de no corromperse haciendo ídolos o figuras que tengan alguna forma o imagen de hombre o de mujer." (Deuteronomio 4:15-16 NVI).
Reflexiona sobre esto:
Todo el mundo confía en algo. La pregunta es, ¿en qué - o en quién - confías?
Nuestra sociedad tiende a rechazar la confianza - o por lo menos decimos que la rechazamos. Somos escépticos de todo y de todos. No confiamos en el gobierno. Los empleados no confían en los empleadores. Los clientes no confían en los negocios. Al llegar a la raíz de la decadencia de la confianza de hoy en día, encontrarás que “la decadencia de la verdad” en nuestra sociedad es gran parte del problema.
La verdad y la confianza van de la mano. Confías en personas que dicen la verdad. No confías en las personas si no piensas que te están diciendo la verdad y si no crees en la verdad absoluta, entonces no puedes confiar en nadie para te diga la verdad.
Nuestra falta de confianza causa tremendo estrés en nuestras vidas. Nacimos para confiar. Dios nos diseñó con la capacidad y el deseo de confiar en algo más grande que nosotros mismos porque quería que tuviéramos una relación con Él.
Si no confías en Dios, va a crear algo más para confiar. Puede ser un diploma en la pared, el dinero en el banco, tu cónyuge, tu carrera, o un pasatiempo. Este deseo de confiar en algo más grande que nosotros mismos no es nada nuevo tampoco. Los escritores bíblicos eran muy conscientes de esto en sus culturas. La Biblia dice en el Salmo 20:7, “Algunos confían en sus carros de guerra, otros confían en sus caballos, pero nosotros sólo confiamos en nuestro Dios.” (TLA)
La Biblia tiene un nombre para cualquier cosa en lo que ponemos nuestra confianza en lugar de Dios. La Biblia lo llama un "ídolo". La Palabra de Dios dice que, por nuestro propio bien, tenemos que alejarnos de los ídolos: "El día que el Señor les habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, tengan mucho cuidado de no corromperse haciendo ídolos o figuras que tengan alguna forma o imagen de hombre o de mujer." (Deuteronomio 4:15-16 NVI).
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