Lo que aprendí de lo “mundano”
Daniel Marín // Buenas Nuevas
@eldaniimarin
Yo nunca fui de los que aprendió a dejar atrás los muñequitos, cómics y las películas de ciencia ficción. Es más...cuando me hice adulto y por fin tenía dinero y carro para ir a las tiendas a comprar, comencé a consumir mis intereses con más ímpetu. Claro, siempre fui práctico...pero en mi librero siempre habrán cómics y libros sobre cómo dibujar, y uno que otro DVD.
Pero la verdad es que aún al día de hoy, a veces me siento un poco rebelde cuando entro a una tienda de cómics o subo un animé en Netflix...¿Por qué? Porque desde que tengo uso de razón, todo lo que me gusta tiene una etiqueta que dice "del diablo".
La ironía del caso es que todo lo que en mi iglesia me decían que era "del diablo" era lo que me más me ayudó a adquirir destrezas importantes como leer y entender inglés. Y en mi caso, los cómics me ayudaron a contar historias y pensar visualmente...destrezas que uso todos los días en mi trabajo y ministerio.
Creo que en nuestro afán como iglesia de separarnos de lo secular, estamos aislando personas que son influenciados (muchas veces positivamente) por la cultura popular hasta el punto que no le ven relevancia a la iglesia, pero son los mismos con la capacidad creativa de llevar el evangelio de formas jamás pensadas.
Cada vez que alguien me dice que yo tengo una capacidad de conectar con la juventud en mis comedias motivacionales...no es porque yo tenga un don especial...es porque hablo su idioma...hago referencia a lo que les interesa y no demuestro una espiritualidad que va por encima de la cultura en que vivimos; sino que vivo una espiritualidad que brilla en medio de la cultura que nos ha tocado vivir.
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