12 de mayo de 2014

JÓVENES: ¿QUE GUARDE QUÉ?

jovenes


Erika Michael// BUENAS NUEVAS
@ErikaMichael12

Hace un tiempo, preparaba con prisa mi almuerzo para irme a trabajar y papi andaba cerca de la cocina. Dije en tono jocoso: “Si sigo en este corre y corre, soltera me quedaré”. (Realmente, debo confesar que usé la palabra “jamona”.) A papi le dio muchísima risa mi comentario, y para serte sincera, al sol de hoy no sé qué fue lo gracioso. Luego de un corto pero extraño silencio dijo: “Yuyi, cuando llegue, vas a saber que es él”. Agarrando la cartera, la lonchera, el libro que estoy leyendo, el celular, las llaves y el desayuno, enredada en el ajoro le contesté: “Pa’, disfruto esta etapa, estar sola es bueno. Además, tú debes saber que el amor no es como un cuento de princesas de Disney”. A lo que me respondió tiernamente: “Te sorprenderás...” Mi cara se transformó, tragué hondo, le pedí la bendición y sin decir más me fui.

¿Me sorprenderé? ¿De qué? Ya metida en el tapón mañanero (más cuando se trata de Bayamón) una avalancha de pensamientos y preguntas vinieron a mi mente: ¿Y qué realmente pasa mientras llega la persona? ¿Por qué nos hacen ver como una ‘desgracia dramática’ no tener novio(a)? ¿Por qué le cuesta tanto a los jóvenes estar solos? ¿Por qué desde que tenemos uso de razón nos preguntan: “Y cómo van los novios(as)”? ¿Por qué las personas que sí tienen novio(a) ven al que está soltero con ojitos de pena como los del gatito de Shrek? ¿Por qué esperar se hace tan difícil para muchos? ¿Por qué Facebook me pregunta todos los días si quiero actualizar mi “relationship status”?

La realidad es que, nos hemos metido en la cabeza, que si no estamos con alguien no estamos completos, “algo mal tenemos”. Se espera que “a cierta edad” ya haya por lo menos alguien en tu vida. Si esto no pasa, nos desesperamos y nos sentimos incompletos. El problema está que esta misma impaciencia es la que nos hace cometer errores, tomar malas decisiones o apresuradas y nos lleva a buscar con desespero a “ese alguien”. Y entonces, exponemos nuestro corazón a ser un hospedaje de “turistas emocionales” (personas que vienen de visita, están un tiempo, pero tienen un pasaje de regreso a su hogar).

Proverbios 4:23 dice: “Sobre TODA cosa guardada, guarda tu CORAZÓN; porque de él mana la VIDA.” Seguramente esto en algún momento te lo dijeron, te lo han repetido más de una vez o es muy probable que hayas sido tú quién utilizó esta frase en alguna conversación sobre relaciones: “Guarda tu corazón”. Creo que como cristianos la repetimos porque se escucha bonito, pero, a la hora de aplicarla no es tan sencillo como suena. ¿Cómo se hace eso? ¿Realmente sabemos lo que implica “guardar el corazón”? ¿Por qué hay que “guardarlo”? Cuando la Biblia nos habla del corazón, no se refiere al músculo que late rápido cuando te pones nervioso(a) al ver a la persona que “te mueve el piso”, sino a tu interior, a ese lugar donde se encuentran tus emociones; es quién realmente eres, tu esencia.

No escribiré un “How to take care of your heart 101”. Pero entiendo que hay ciertas cosas básicas para cuidarlo. Una de ellas: ¡conócete! En el tiempo que llevo sola, he descubierto tanto de mí, cosas que estaban ahí pero que las había echado a un lado por poner mi prioridad en cosas pasajeras y en personas que sólo venían de visita. Es mucho lo que envuelve el conocernos, se convierte en un proceso necesario e inevitable, no delegable. Implica entender que valemos más de lo que imaginamos o lo que nos han hecho creer; darnos tiempo, para sanar por completo cualquier herida pasada, superar y aprender de las malas experiencias que hayas vivido; aprender a esperar; y sobre todo, amarnos a nosotros mismos. Comprender que tu valor no te lo da (ni te lo quita) ni está en la otra persona, sino en ti mismo, en tu corazón (AKA “tu tesoro”). El segundo gran mandamiento que nos fue dado es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' (Mateo 22:37). Si no te amas a ti mismo, si no te conoces lo suficiente (todo lo bello que hay en ti, lo que hay en tu corazón, tus fortalezas, tus debilidades…) entonces será complicado amar al que esté a tu lado o quién llegue a tu vida.

Me enamora Jesús, pues él es todo un caballero. Él toca a la puerta (nuestro corazón); pudiendo entrar sin permiso, escoge no hacerlo. Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él, y cenaré con él y él conmigo.” Joven, tu corazón es tu tesoro. ¡Es tuyo!, está bajo tu responsabilidad. Dios puso la llave bajo tu cuidado. Así como escoges quién entra a tu cuarto, de igual forma sólo tú seleccionas quién entra y sale de tu corazón y a quién le das ese espacio. No le abras la puerta a todo aquel que se asome; se paciente, protégelo, atesóralo, guárdalo… En el proceso, estoy segura “¡te sorprenderás…!

Escrito por: Juliannys Acevedo

@ErikaMichael12 
Construyendo relaciones saludables
© 2014, Joven Cada Día 

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