Vocalista del Grupo Puerto de Milagros
En estos días meditamos en tantos anhelos que tenemos que ocupan un gran espacio en nuestro corazón. Pensaba en esa actitud de ilusión que comienza precisamente en nuestra mente y cada vez se hace más fuerte hasta adentrarse en el corazón y provocar una actitud que te lleva a la pasión, a la entrega total, y al deleite. Esto sucede cuando deseamos alcanzar un sueño, lograr una meta, y vemos cómo de forma inmediata asumimos una actitud del corazón que hace que en medio de esa intensidad se manifieste nuestro deseo. Un claro ejemplo de esto, es cuando en la iglesia se nos pregunta si tenemos una petición, pero antes de hacer la pregunta, ya se había preparado una “cajita” para depositar las peticiones allí. Con tan sólo contemplar la “cajita” de lejos, se provoca una actitud en el corazón de las personas para que se acerquen a ella y depositen allí sus anhelos, con la esperanza de verlos cumplidos. Entonces me dije a mi mismo: “asimismo es la adoración, es la actitud o la intención interna del corazón del hombre, que hace que se acerque a Dios”.
¿Cómo entramos en adoración?
Permitiendo que nuestra actitud nos acerque a Dios.
La adoración es una gracia, un regalo, pero también es una actitud fundamental que debe salir del corazón. Esa actitud comienza a desarrollarse cuando comprendemos la importancia de amar a Dios por ser quién es, porque es bueno y misericordioso, porque Él manifiesta su amor en nosotros, incluso mediante las cosas que no entendemos o no nos gustan, pero que están ligadas a la demostración de su compasión y perfecta voluntad. Si este deseo de amar a Dios está en nosotros y permitimos que crezca, así como fervientemente crecen nuestros sueños, nuestros anhelos y cada día los intensificamos, estoy seguro que esa actitud te dará entrada a la adoración que te acerca a Dios. El deseo de adorar llega cuando la mente se concentra en las bondades de Dios, en los bienes que nos ha dado y de los males que nos ha librado. Cuando tu mente da paso a los pensamientos correctos, el corazón va a ejercer la actitud correcta.
Actitud victoriosa
La actitud del corazón que provoca la adoración es la que te conduce a la victoria. Debe haber expresión de gratitud, de gozo, de júbilo, debe permanecer la pasión, la devoción y la entrega. Sobre todas las cosas deben prevalecer la fe y el amor que representan la máxima expresión de adoración en la actitud del corazón.
Permitiendo que nuestra actitud nos acerque a Dios.
La adoración es una gracia, un regalo, pero también es una actitud fundamental que debe salir del corazón. Esa actitud comienza a desarrollarse cuando comprendemos la importancia de amar a Dios por ser quién es, porque es bueno y misericordioso, porque Él manifiesta su amor en nosotros, incluso mediante las cosas que no entendemos o no nos gustan, pero que están ligadas a la demostración de su compasión y perfecta voluntad. Si este deseo de amar a Dios está en nosotros y permitimos que crezca, así como fervientemente crecen nuestros sueños, nuestros anhelos y cada día los intensificamos, estoy seguro que esa actitud te dará entrada a la adoración que te acerca a Dios. El deseo de adorar llega cuando la mente se concentra en las bondades de Dios, en los bienes que nos ha dado y de los males que nos ha librado. Cuando tu mente da paso a los pensamientos correctos, el corazón va a ejercer la actitud correcta.
Actitud victoriosa
La actitud del corazón que provoca la adoración es la que te conduce a la victoria. Debe haber expresión de gratitud, de gozo, de júbilo, debe permanecer la pasión, la devoción y la entrega. Sobre todas las cosas deben prevalecer la fe y el amor que representan la máxima expresión de adoración en la actitud del corazón.
Joel Hernández
GRUPO PUERTO DE MILAGROS
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