Seamos Consistentes
Amneris Meléndez // Buenas Nuevas
@Amneris_Melende
Tal vez si o tal vez no… Tal vez se enoje conmigo o tal vez no me haga caso, tal vez me regañe, me castigue o tal vez no le de mucha importancia a lo que hice.
@Amneris_Melende
Tal vez si o tal vez no… Tal vez se enoje conmigo o tal vez no me haga caso, tal vez me regañe, me castigue o tal vez no le de mucha importancia a lo que hice.
Esto es lo que NO debe haber en la mente de nuestros niños cuando piensan en cómo reaccionaremos ante algo que ellos hayan hecho. Puede ser algo positivo o negativo, pero nuestra reacción ante lo ocurrido debe ser constante. Por ejemplo, si sacó buenas notas él esperará una reacción específica de nuestra parte (positiva). Así mismo, si nos faltó el respeto o hizo algo indebido el esperará una reacción diferente (negativa). Pero si nosotros como padres y figuras de autoridad no somos constantes en la manera en que los disciplinamos ellos no aprenderán correctamente la disciplina que queremos imponer. Por consiguiente, nuestra imagen como figuras de autoridad estará distorsionada y entonces comenzarán a hacer cosas, usualmente negativas, para probar cómo reaccionaremos esta vez.
Ciertamente, nuestro estado de ánimo o cómo nos sentimos físicamente influyen en nuestra manera de reaccionar ante los desafíos que enfrentamos diariamente ya sea en el trabajo, la universidad o en nuestro hogar. Pero cuando se trata de la crianza de nuestros hijos y de cómo nuestra consistencia en las decisiones que tomamos, con relación a lo que está bien o mal, no es cosa de juego. Debemos tomar muy en serio nuestro rol como padres ya que de eso dependerá el futuro de nuestros hijos, somos nosotros los que estamos creando una base emocional y espiritual que los acompañará el resto de sus vidas. Nuestra consistencia en la disciplina, aun cuando a ellos no les agrade nuestra corrección al fin y al cabo les da seguridad. También es importante que cuando nuestra reacción es “negativa” nunca debemos ofender o usar la violencia para corregir a nuestros hijos. En este proceso de ser consistentes debemos trabajar con nuestras emociones, ahí está el verdadero reto. Es muy valioso para cada niño conocer cómo reacciona mamá y papá ante cada situación. Pero si explotamos de coraje por cosas que realmente no lo ameritan, créeme que ante tu hijo te proyectarás como una persona inestable y no es lo que queremos. Nuestra meta debe ser convertirnos en los mejores padres que nuestros hijos puedan tener, aprender cada día a ser mejor. Esto nos beneficiará primero a nosotros mismos, a nuestros hijos, familia, iglesia, comunidad y país. Todos debemos ser consistentes en nuestras decisiones y reacciones. La vida está llena de esos momentos donde una decisión o una reacción la puede cambiar todo.
"La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más". Proverbios 15:1(TLA)
Ciertamente, nuestro estado de ánimo o cómo nos sentimos físicamente influyen en nuestra manera de reaccionar ante los desafíos que enfrentamos diariamente ya sea en el trabajo, la universidad o en nuestro hogar. Pero cuando se trata de la crianza de nuestros hijos y de cómo nuestra consistencia en las decisiones que tomamos, con relación a lo que está bien o mal, no es cosa de juego. Debemos tomar muy en serio nuestro rol como padres ya que de eso dependerá el futuro de nuestros hijos, somos nosotros los que estamos creando una base emocional y espiritual que los acompañará el resto de sus vidas. Nuestra consistencia en la disciplina, aun cuando a ellos no les agrade nuestra corrección al fin y al cabo les da seguridad. También es importante que cuando nuestra reacción es “negativa” nunca debemos ofender o usar la violencia para corregir a nuestros hijos. En este proceso de ser consistentes debemos trabajar con nuestras emociones, ahí está el verdadero reto. Es muy valioso para cada niño conocer cómo reacciona mamá y papá ante cada situación. Pero si explotamos de coraje por cosas que realmente no lo ameritan, créeme que ante tu hijo te proyectarás como una persona inestable y no es lo que queremos. Nuestra meta debe ser convertirnos en los mejores padres que nuestros hijos puedan tener, aprender cada día a ser mejor. Esto nos beneficiará primero a nosotros mismos, a nuestros hijos, familia, iglesia, comunidad y país. Todos debemos ser consistentes en nuestras decisiones y reacciones. La vida está llena de esos momentos donde una decisión o una reacción la puede cambiar todo.
"La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más". Proverbios 15:1(TLA)
Amneris Meléndez, Autora del libro:
Los hijos…¡Grandes maestros!
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