Joel Hernández// BUENAS NUEVAS
Grupo Puerto de Milagros"Tengan paciencia unos con otros, y perdónense si alguno tiene alguna queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes"(Colosenses 3:13). Lo mas probable es que usted conozca la claustrofobia del compromiso. Fue duro para Jesús amar a Pedro, sabiendo que lo negaría en un momento y lanzaría maldiciones contra él? Fue duro confiar en Tomás, sabiendo que un día pondría en tela de duda la resurrección de Jesús? Como resistió Jesús el impulso de reclutar un nuevo grupo de seguidores? Juan quería destruir al enemigo.
Pedro cercenó la oreja de otro. Pocos días antes de la muerte de Jesús sus discípulos discutían cual de ellos era el mejor. Como pudo Él amar a gente que era difícil de hacerse agradar?. Pocas situaciones impulsan al pánico como sentirse atrapado en alguna relación, sentirse atrapado en un matrimonio. Por eso el corazón de Jesús era perdonador. Como pudo Jesús amar a sus discípulos. La respuesta se encuentra en el capítulo trece de Juan.
De todas las veces en que vemos las rodillas de Jesús dobladas, ninguna es más preciosa que cuando se arrodilló frente a sus discípulos y les lavó los pies. Fue justo antes de la Pascua. Jesús sabia que su hora había llegado para dejar este mundo e ir al Padre. Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, les mostró el alcance pleno de su amor. Había sido un día largo, estaba atiborrada con los que habían venido a celebrar la Pascua, la mayoría de los cuales anhelaban echar por lo menos un vistazo al Maestro. El sol de la primavera era cálido. Las calles estaban secas. Los discípulos se hallaban lejos de casa. Una buena rociada de agua fría seria refrescante. Los discípulos entraron, uno por uno, y tomaron sus lugares alrededor de la mesa. En la pared cuelga una toalla, y en suelo hay una jarra y una palangana. Cualquiera de los discípulos pudiera ofrecerse voluntariamente para hacer el trabajo, pero ninguno se ofreció. Después de pocos momentos, Jesús se levanta y se quita su túnica exterior. Se envuelve en la cintura el cinto del siervo, toma la palangana y se arrodilla frente a uno de sus discípulos. Desata la correa de la sandalia, y con suavidad levanta el pie y lo coloca sobre la palangana, cubriéndolo con agua y empieza a lavarlo. Uno por uno, un pie sucio tras otro, Jesús avanza por la hilera.
En los días de Jesús lavar los pies era una tarea reservada no para los criados, sino para el más bajo de los criados. Todo circulo tiene su propio orden, y el circulo de trabajadores domésticos no era la excepción. En siervo que se hallaba en el punto más bajo en la escala era el que tenía que arrodillarse con la toalla y la palangana. En este caso el que estaba con la toalla y la palangana era el Rey del universo. Las manos que formaron las estrellas ahora lavaban la suciedad. Los dedos que formaron las montañas daban masajes a los dedos de los pies. Aquel ante quien todas las naciones un día doblaran las rodillas ahora se arrodilla frente a sus discípulos. Horas antes de su muerte, la preocupación de Jesús es singular. Quiere que sus discípulos sepan cuanto les ama. Más que quitando suciedad, Jesús está quitando duda. Jesús sabe lo que ocurriría con sus manos en la crucifixión. En veinticuatro horas serian perforadas y quedarán sin vida. De todas las veces que esperaríamos que pidiera atención de sus discípulos, seria esta. Pero no lo hace así. Así es el amor de nuestro Señor, que nos ama sobre todas las cosas. Ten presente que Cristo Viene.
Escrito por: Iris N. Torres Padilla
BUENAS NUEVAS es una publicación enfocada en presentar las buenas noticias en Puerto Rico, y el extranjero. Además de equipar al pueblo con su verdadera identidad eterna. Si desea compartirnos lo que harán en su comunidad o iglesia, tiene alguna petición etc. escríbanos a redaccion@buenasnuevaspr.com. Le invitamos a que nos comparta sus comentarios.
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