Erika Mishel// BUENAS NUEVAS
@ErikaMishel12La belleza, al igual que la libertad, es algo que no podemos definir con exactitud, pero todos asumimos saber lo que verdaderamente es. Para las mujeres, sentirnos amadas y sentirnos bellas es parte de nuestras necesidades naturales.
Recuerdo cuando tenía cerca de 13 años. Estaba en la escuela intermedia y comencé a fijarme en los chicos de nuestra escuela. Me parecían agradables, atractivos, pero curiosamente ninguno de ellos se fijó nunca en mí. Incluso, hubo un chico que trató de enamorar a todas (no miento cuando digo todas) mis amigas. A mí me encantaba y él ni me miraba. Un día se le ocurrió la gran idea de decirme que se había dado cuenta que yo era la mujer de su vida, me di gusto en decirle que no. ¡Claro! Lo descubrió luego que todas mis amigas lo rechazaron.
En realidad, nunca recibí buenas afirmaciones por parte de los chicos en esas edades.
Me convencí de que había algo mal en mí. Quizás no era lo suficientemente hermosa. Tal vez era demasiado buena. El caso es que no hallaba un punto intermedio en el cual alguno de ellos pudiera fijarse en mí. Pasé mucho tiempo sola, preguntándome por qué Dios me había hecho fea.
¡De verdad lo creía!
Para algunas mujeres el espejo es su mejor amigo, para mí era mi torturador. Recuerdo haberme mirado una vez y decirle a Dios entre lágrimas de coraje: ¡Mira la porquería que has creado!
El problema era evidente, no me sentía amada. Obviamente me sentía amada por mi madre, mi hermana, mis amigos, mi familia. Pero no me sentía amada por un hombre, y estaba convencida de que nunca sería atractiva para ninguno de ellos. Sé que muchas mujeres pueden identificarse con esto.
De verdad pensé que así sería toda mi vida…
Hasta que descubrí una gran verdad.
Una verdad mayor que mi inseguridad, mis dudas y mis complejos:
¡DIOS ME AMABA MAS DE LO QUE CUALQUIER HOMBRE ME AMARIA JAMAS!
Entonces, comprendí que el hombre que amara y valorara lo que había en mí definitivamente tendría que amar a Dios primero.
Cuando las mujeres nos sentimos amadas, conquistadas, nos sentimos hermosas. No existe nada más grandioso que una mujer que muestra belleza. Y al contrario de lo que la sociedad establece, la belleza no es meramente física. Por supuesto que mi físico cambió, me dediqué a cuidarme más, a verme más bella físicamente (aunque todavía tengo luchas con el maquillaje jajaja). Sin embargo, lo que me hizo sentirme verdaderamente bella no fue mi apariencia, fue mi corazón.
Hasta que descubrí una gran verdad.
Una verdad mayor que mi inseguridad, mis dudas y mis complejos:
¡DIOS ME AMABA MAS DE LO QUE CUALQUIER HOMBRE ME AMARIA JAMAS!
Entonces, comprendí que el hombre que amara y valorara lo que había en mí definitivamente tendría que amar a Dios primero.
Cuando las mujeres nos sentimos amadas, conquistadas, nos sentimos hermosas. No existe nada más grandioso que una mujer que muestra belleza. Y al contrario de lo que la sociedad establece, la belleza no es meramente física. Por supuesto que mi físico cambió, me dediqué a cuidarme más, a verme más bella físicamente (aunque todavía tengo luchas con el maquillaje jajaja). Sin embargo, lo que me hizo sentirme verdaderamente bella no fue mi apariencia, fue mi corazón.
Noté que mi corazón estaba herido y manchado. Mi tonto esfuerzo por agradar a los demás para ser aceptada o amada provocaron en mí ansiedad, inseguridad, ira, frustración, tristeza y desilusión. Esto es lo que provoca que una mujer no se vea atractiva. Puede ser una mujer hermosa físicamente, pero si su corazón no se siente amado y no se ama a sí mismo, no reflejará belleza.
“El corazón alegre hermosea el rostro…” (Proverbios 15:13)
Esa era la clave. En realidad, no tenía que buscar a alguien que me hiciera sentir hermosa. ¡Yo era hermosa! Si las mujeres comprendieran que, naturalmente, nuestro creador puso belleza en nuestros corazones, su vida sería distinta. Por supuesto que tuve que trabajar con mi autoestima. Servir en una familia de Fe me ayudó mucho a conocer y estar más cerca de Dios.
Una mujer se vuelve hermosa cuando sabe que es amada, pero no tiene que esperar a un hombre para esto. La mujer debe amarse a sí misma. Amarse de veras. Para poder amarnos, debemos reconciliarnos con nuestras emociones. Tristemente, muchas mujeres hemos escondido esas emociones naturales que nos distinguen. ¡Es tiempo de que reveles la belleza que hay en tu corazón!
¡No temas a ser cómo eres! ¡No temas a equivocarte!
Algunas mujeres nos hicimos fuertes, comenzamos a actuar con rudeza para evitar que nos hirieran, y poco a poco fuimos escondiendo esas emociones que nos distinguen. De esta manera, escondimos también nuestra belleza.
Toda mujer debe saber algo:
Hay una esencia en el corazón de la mujer de parte de Dios que sólo la mujer puede ministrar, que sólo la mujer puede revelar. Esa dulzura de Dios está en ti.
¡Eres Bella! Repítelo cada día, y créelo. Cuando te falten fuerzas para creer, recuerda a aquel hombre que lo dio TODO por ti en la cruz, Jesús. No hay más grande amor.
@ErikaMishel12
¡Nuestra misión eres tú!
© 2013, Joven Cada Día
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