Julio Román // Buenas Nuevas
@julitoroman
Este pasado fin de semana, el Señor cumplió uno de mis sueños cuando presentamos en nuestra iglesia Restauración en Cristo el musical Ezequías: rey de Judá. Hoy, día en que despedimos el año 2015, quiero compartirte cinco cosas que aprendí con esta experiencia. Algunas de ellas las conocía y se reafirmaron, otras las aprendí en el proceso.
La iglesia es la cuna de los sueños de Dios
Muchos jóvenes están más enfocados en cumplir sus sueños fuera de la iglesia, que en usar sus talentos para servir en el lugar que Dios los sembró. En muchas ocasiones he escuchado a jóvenes que sirven en sus iglesias decir que quieren hacer “algo más grande”.
Por alguna extraña razón, piensan que lo que están haciendo en la iglesia no es “grande”. Sin embargo, esa actitud está haciendo que pierdan la bendición que trae consigo el ser fiel al lugar donde se congregan. Se olvidan que la iglesia es el lugar donde los sueños de Dios nacen y se desarrollan.
La única razón por la que puedo decirte que el Señor cumplió ese sueño que estaba en mi corazón, es porque mi iglesia abrazó el musical. Así de sencillo. Sobre 50 personas trabajaron de manera voluntaria en este proyecto. Le pusimos todo nuestro empeño. Dimos el 100%. Y lo que es más importante, estábamos conscientes en todo momento que solo Cristo se llevaría la gloria.
¿Por qué lo hicimos así? Porque para nosotros lo más grande es lo que Dios nos llama a hacer en donde Él nos llame a hacerlo. Sea la iglesia, una plaza, el cine o Broadway. Lo importante es hacer lo que Dios nos llamó a hacer.
Nuestra única limitación somos nosotros mismos
Siempre pensé que hacer un musical iba a ser algo demasiado complejo. ¿Quieres saber la verdad? Sí, lo es. Es una de las cosas más difíciles que he hecho en toda mi vida. Durante años, había procastinado su realización, hasta el día que me comprometí a hacerlo. En ese momento dí mi palabra y sabía que no la iba a romper.
Una vez me determiné a mí mismo que lo haría, comencé a trabajar en ello. Nada impidió que lo hiciera. Resulta que lo único que me estaba limitando para hacerlo era yo mismo.
Si puedes hacerlo solo, el sueño es demasiado pequeño
Este pasado fin de semana, el Señor cumplió uno de mis sueños cuando presentamos en nuestra iglesia Restauración en Cristo el musical Ezequías: rey de Judá. Hoy, día en que despedimos el año 2015, quiero compartirte cinco cosas que aprendí con esta experiencia. Algunas de ellas las conocía y se reafirmaron, otras las aprendí en el proceso.
La iglesia es la cuna de los sueños de Dios
Muchos jóvenes están más enfocados en cumplir sus sueños fuera de la iglesia, que en usar sus talentos para servir en el lugar que Dios los sembró. En muchas ocasiones he escuchado a jóvenes que sirven en sus iglesias decir que quieren hacer “algo más grande”.
Por alguna extraña razón, piensan que lo que están haciendo en la iglesia no es “grande”. Sin embargo, esa actitud está haciendo que pierdan la bendición que trae consigo el ser fiel al lugar donde se congregan. Se olvidan que la iglesia es el lugar donde los sueños de Dios nacen y se desarrollan.
La única razón por la que puedo decirte que el Señor cumplió ese sueño que estaba en mi corazón, es porque mi iglesia abrazó el musical. Así de sencillo. Sobre 50 personas trabajaron de manera voluntaria en este proyecto. Le pusimos todo nuestro empeño. Dimos el 100%. Y lo que es más importante, estábamos conscientes en todo momento que solo Cristo se llevaría la gloria.
¿Por qué lo hicimos así? Porque para nosotros lo más grande es lo que Dios nos llama a hacer en donde Él nos llame a hacerlo. Sea la iglesia, una plaza, el cine o Broadway. Lo importante es hacer lo que Dios nos llamó a hacer.
Nuestra única limitación somos nosotros mismos
Siempre pensé que hacer un musical iba a ser algo demasiado complejo. ¿Quieres saber la verdad? Sí, lo es. Es una de las cosas más difíciles que he hecho en toda mi vida. Durante años, había procastinado su realización, hasta el día que me comprometí a hacerlo. En ese momento dí mi palabra y sabía que no la iba a romper.
Una vez me determiné a mí mismo que lo haría, comencé a trabajar en ello. Nada impidió que lo hiciera. Resulta que lo único que me estaba limitando para hacerlo era yo mismo.
Si puedes hacerlo solo, el sueño es demasiado pequeño
Como ya te mencioné, en este musical sirvieron sobre 50 personas. Lo que la mayoría de las personas que vieron el musical no conocen es que dentro del equipo de producción habían varios equipos, con distintas responsabilidades y dirigidos por distintas personas.
Aún durante la escritura había un equipo. Colaboramos tres personas con conocimientos en distintas áreas. Junto conmigo escribió Ronald Benítez, quien también compuso la música y dirigió la orquesta y Dennise Zayas, quién también hizo arreglo de voces y dirigió el coro.
A eso añádele las personas que trabajaron en escenografía, vestuario, luces, sonido, etc. Cada una de ellas se encargó de hacer realidad la visión en su área. ¿Por qué se necesitaba tanta gente? Porque era algo grande, como todo lo que hacemos para Dios; y para cumplir los sueños grandes hace falta un equipo. Si puedes hacerlo tú solo, pues lo que estás haciendo es demasiado pequeño o lo estás limitando.
Tienes que trabajar duro
Muchas personas quieren hacer lo que Dios los llamó a hacer sentados cómodamente en sus casas. No. Cuando Dios nos llama a hacer algo, tenemos que enrollarnos las mangas y ponernos a trabajar.
Nosotros comenzamos a trabajar en el musical en el mes de agosto. Trabajamos todas las semanas entre 2 y 3 noches por semana. El último mes, la labor se intensificó. Ahora, lo importante es estar claro ¿Para qué estamos trabajando tanto?
NO trabajamos así de duro para hacer un cambio espiritual en las vidas de las personas, solo Dios puede hacer eso. Trabajamos duro para hacer un musical a nuestro máximo nivel de excelencia, de tal manera que nada se interpusiera entre Dios y la persona.
En lo personal, creo que la falta de calidad es una distracción que puede evitar que una persona reciba el mensaje de Cristo. Así que nuestro trabajo es presentar un proyecto que nuestro Padre celestial pueda utilizar con plena confianza, para hacer lo que solo Él puede hacer.
Mantente humilde
Cuando Dios haga lo que dijo que va a hacer, mantente humilde. Dale la gloria a Él. Nosotros somos los colaboradores, los hijos que hicimos lo que nuestro Padre nos envió a hacer. Los resultados son su jurisdicción. La gloria es suya.
Los seres humanos no tenemos la capacidad de sostener la gloria que solo le pertenece a nuestro Dios omnipotente. Lo que viene después del orgullo es la caída, pero la humildad te prepara para la próxima victoria.
Hasta aquí te dejo en esta semana, declarando bendición sobre tu vida en este nuevo año 2016. Recuerda que Dios te creó con un propósito, y el cumplirá Su propósito en ti.
Hasta la próxima semana,
///Julito
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