24 de abril de 2015

Haití: Una nueva generación


Fotos Suministradas: Camille Fontánez


Erika Michael // Buenas Nuevas
@ErikaMichael12
Hace unas semanas regresé a Puerto Rico luego de mi segundo viaje a Haití. Junto a algunos miembros del equipo de Giving Life viajé al orfanato “Jireh: Kay d’Amou”. Como parte de nuestra travesía, asistimos a la Comisaría de Haití para tramitar la renovación de contrato de la casa hogar de nuestros niños. También tuvimos la responsabilidad de llevar a nuestros pequeños al hospital para realizarles pruebas y fortalecer su estado de salud. A un año de tener los niños en el hogar, todo ha cambiado para bien. Quizás una de mis mayores sorpresas es ver al pequeño Emanuel corriendo por la casa y jugar. ¿Por qué? La mayoría de nuestros pequeños, al estar en tal estado de desnutrición, sus capacidades motoras estaban debilitadas, incluso parecían de menor edad de la que realmente tenían. Cuando vi a Emanuel la primera vez, apenas podía sostenerse en sus piecitos. Y ya, a casi 8 meses de haberlo conocido, se ve tan fuerte y saludable.


No esperaba que recordaran tan siquiera mi nombre, pero cuando llegué ese 9 de abril junto a mi amiga Camille, apenas podíamos contener las lágrimas cuando vimos esos 8 hermosos niños correr hacia nosotras para abrazarnos y, aunque no lo crean, ayudarnos a cargar nuestras maletas. ¡Son niños tan serviciales!

La primera en caer en mis brazos fue mi ahijada Rosemelie. Tiene 14 años, es la mayor de sus hermanitos. Su padre murió en el terremoto del 2010 y su madre la abandonó tiempo después. Es importante reconocer que no debemos juzgar o condenar a estas madres por tomar tal acción. Muchos de nosotros no conocemos ni un poco lo que significa pasar días y semanas sin comer, sin tener los recursos básicos ni la educación adecuada, y solo tener varios hijos que demandan atención que no sabemos cómo darles. Rosemelie es una chica brillante, me ha enseñado palabras en creole y le encanta aprender palabras en español, además ama la fotografía y usa perfectamente la cámara de mi iPhone. El día que me vio haciendo mis maletas para irme, le preguntó a mi amiga Camille (que domina el creole mejor que yo), ¿por qué Erika se tiene que ir? 

No sabemos lo mucho que hacemos en estos niños con tan solo estar junto a ellos. En el hospital, Rosemelie me tomaba fuerte la mano buscando refugio, fuerza y esa seguridad que una madre o una hermana puede darle cuando tiene temor.

Sin duda, creo que el momento más hermoso fue nuestro viaje sorpresa para la playa. Estos niños viven en una isla y nunca habían ido a la playa. Cuando les dijimos que irían a la playa, ninguno de ellos reaccionó con emoción, sospechamos que no lograban asociar nuestras palabras con un lugar real, pues no lo conocían. Cuando llegamos, algunos de ellos corrieron sin miedo al agua. Sin embargo, de nuestros más extrovertidos, quedaron llorando por miedo a entrar. Pero esa sensación fue cuestión de solo minutos. Al tener el abrazo de algunos de sus padrinos y de sus “padres”, Nanishka y José (líderes del orfanato y a quienes los niños reconocen como papi y mami), su seguridad creció y el resto fue disfrutar.

No obstante, creo que lo más que me cautivó fue compartir mucho más en las calles haitianas, ver su gente, imaginar sus historias. Creo que intentando ayudar, en ocasiones, cometemos un grave error. La compasión no es completa sin la educación. Constantemente escucho a personas expresar un “ay, bendito” cuando les hablo de mis experiencias en Haití. Y debo reconocer que a veces me inquieta. No porque no crea que son genuinos, sino porque seguimos haciendo lo mismo, seguimos sintiendo “pena” por esos niños.

Malala Yousafzai, la mujer más joven en recibir a sus 17 años el Premio Nobel de la Paz dijo en su discurso ante el Parlamento Europeo: “Algunos niños no quieren consolas, quieren un libro y un bolígrafo para ir al colegio". Quizás hemos olvidado algo valioso. Nuestros niños necesitan comida, sí. Nuestros niños necesitan ropa, servicios médicos y los cuidados básicos, pero más que cualquier otra cosa, nuestros niños haitianos necesitan amor y educación. Me enorgullece decir que nuestras chicas, Rosemelie, Beana, Benita, Edline y Manoucheka están recibiendo una educación igualitaria a sus hermanitos Daniel y Widnol.

Cuando pienses en Haití, por favor, no digas “ay, bendito”. Te reto a que eches un viaje a nuestra Tierra Hermana y conozcas lo grandioso de nuestros chicos. Cuando los veo, no pienso “bendito, su mamá intentó matarlo” o “qué tristeza que sus padres murieron”, sino que reafirmo que estos hermosos niños y muchos más de ellos son esa generación que cambiará la historia de Haití. 

Ya veo a Benita escribiendo en su pequeña libreta cuentos que harán felices a otros niños y Rosemelie documentando todo con su cámara. Nadie será tan cariñoso y servicial como Daniel. Beana sanará muchos corazones con sus increíbles abrazos. Manoucheka será una gran líder. Edline, de seguro, será una grandiosa madre algún día. Emanuel tendrá tanta fuerza que cuidará siempre a sus hermanos. Y Widnol…¡ay, Widnol! Su sonrisa conquistará cientos de corazones. Esos niños son esa generación, la generación que lo cambiará todo.

Si desean más información de Giving Life y cómo apadrinar un niño accedan a:
http://www.GivingLifeInternational.org/










@ErikaMichael12
Construyendo relaciones saludables.
© 2015, Joven Cada Día
http://www.jovencadadia.com



Buenas Nuevas es una publicación enfocada en llevar las buenas noticias de Puerto Rico y latinoamerica. Llevar noticias cristianas o que aporten un bien a nuestra sociedad es nuestro compromiso. Si desea compartirnos lo que harán en su comunidad o iglesia, tiene alguna petición etc. escríbanos a redaccion@buenasnuevaspr.com. Le invitamos a que nos comparta sus comentarios.
 
Buenas Nuevas - Noticias Cristianas | Derechos Reservados © 2012-2016 | Creado por Buenas Nuevas Publicidad .