Alma Villegas// BUENAS NUEVAS
@dralmavillegasLa Biblia nos dice que Esdras fue un “escriba diligente en la ley de Moisés,”(Esdras 7:6); que a David se le conoció como “el dulce cantor de Israel,” (II Samuel 23:1) y que Salomón compuso 3,000 proverbios y 1,005 poemas, entre otros escritos (1Reyes 4:32-33). Me parece interesante explorar cuales han sido los principios utilizados por estos hombres que escribieron inspirados por Dios para poder integrarlos en nuestro trabajo artístico.
Esdras, nos dice la Palabra, fue un escriba diligente en la ley porque “había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos,” (Esdras 7:10). Entiendo que Esdras comenzó su preparación profesional como escritor estableciendo, primeramente, una relación íntima con Dios, y luego, explorando todos los demás aspectos que el estudio de una carrera conlleva. Una vez establecida la relación con Dios, pudo investigar y profundizar sobre la ley de Dios, cumplirla y enseñarla. De tal manera, que haya gracia ante Artajerjes, rey de Persia, el cual le concede “todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras,” (v. 6). Tal vez aquí encontramos el primer principio fundamental: una relación íntima con Dios como piedra angular o fundamento de nuestras vidas.
El rey David en el Salmo 45:1 nos dice, “Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.” David enfatiza que sobreabunda la palabra en su corazón. Lo que nos recuerda que “de la abundancia del corazón habla la boca,” (Mateo 12: 34b). Es por ello, que de acuerdo a David, la palabra fluye, que hay maestría y habilidad en su expresión. Y aquí, encuentro otro principio fundamental: la abundancia de la palabra creativa de Dios en el corazón del artista.
Y el rey Salomón nos dice ”Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribió rectamente palabras de verdad,” (Eclesiastés 12:9-10).
El predicador utilizó sus escritos para enseñar sabiduría. Lo que nos indica que junto con nuestra habilidad para escribir viene la responsabilidad de educar al pueblo. Y continúa diciéndonos que estas palabras deben tener dos componentes: Belleza de expresión y verdad de contenido. Porque nosotros no escribimos por escribir, escribimos para trasmitir la verdad de Dios, que es hermosa y deleita el alma, a un mundo que la necesita. Sea esta verdad expresada en forma de poemas o de teatro, pero debe surgir de una relación íntima con Dios, de un corazón en el cual sobreabunde Su Palabra y tenga como propósito educar y bendecir al pueblo.
Y si sobre este fundamento, desarrollamos la parte teórica y técnica de nuestro arte, por ejemplo, obras de teatro basadas en los principios fundamentales de la dramaturgia, estoy segura que como Esdras también hallaremos gracia delante del rey porque la mano de Dios estará sobre nosotros para concedernos todo lo que pidamos.
Alma Villegas, PhD
almavillegas@aol.com
www.AlmaVillegasPhD.com
www.TheGiftofArtinfo.com
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BUENAS NUEVAS es una publicación enfocada en presentar las buenas noticias en Puerto Rico y el mundo. Además de equipar al pueblo con su verdadera identidad eterna. Si desea compartirnos lo que harán en su comunidad o iglesia, tiene alguna petición etc. escríbanos a redaccion@buenasnuevaspr.com. Le invitamos a que nos comparta sus comentarios.
El rey David en el Salmo 45:1 nos dice, “Rebosa mi corazón palabra buena; dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.” David enfatiza que sobreabunda la palabra en su corazón. Lo que nos recuerda que “de la abundancia del corazón habla la boca,” (Mateo 12: 34b). Es por ello, que de acuerdo a David, la palabra fluye, que hay maestría y habilidad en su expresión. Y aquí, encuentro otro principio fundamental: la abundancia de la palabra creativa de Dios en el corazón del artista.
Y el rey Salomón nos dice ”Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios. Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribió rectamente palabras de verdad,” (Eclesiastés 12:9-10).
El predicador utilizó sus escritos para enseñar sabiduría. Lo que nos indica que junto con nuestra habilidad para escribir viene la responsabilidad de educar al pueblo. Y continúa diciéndonos que estas palabras deben tener dos componentes: Belleza de expresión y verdad de contenido. Porque nosotros no escribimos por escribir, escribimos para trasmitir la verdad de Dios, que es hermosa y deleita el alma, a un mundo que la necesita. Sea esta verdad expresada en forma de poemas o de teatro, pero debe surgir de una relación íntima con Dios, de un corazón en el cual sobreabunde Su Palabra y tenga como propósito educar y bendecir al pueblo.
Y si sobre este fundamento, desarrollamos la parte teórica y técnica de nuestro arte, por ejemplo, obras de teatro basadas en los principios fundamentales de la dramaturgia, estoy segura que como Esdras también hallaremos gracia delante del rey porque la mano de Dios estará sobre nosotros para concedernos todo lo que pidamos.
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