3 de mayo de 2013

HABLANDO DE CINE: ¿POR QUÉ DEJAMOS DE SER NIÑOS?

LA CAPACIDAD DE MARAVILLARNOS

Julio Román// BUENAS NUEVAS
director y guionista de cine

¿Alguna vez te has puesto a observar a un niño mientras juega? Si lo has hecho quizás te has percatado de su actitud mientras lo hace. Hay un sentido de aventura, de emoción, de maravilla. Eso es lo que llamo la “capacidad de maravillarnos”.



Todos la tuvimos y la mayoría de los niños aún la tienen. Es cuando ven algo que, para ellos es lo más brutal del mundo. Muéstrale algo nuevo a un niño y verás de qué te hablo. Esa misma capacidad los impulsa a vivirse cada juego como si fuera una realidad. Cuando un monstruo de plástico trata de invadir su cuarto y él se ve obligado a enfrentarlo con su carrito de juguete, para ese niño, la supervivencia del mundo literalmente está en sus manos.

En mi barrio

Yo tuve la dicha de crecer en un barrio que en la parte trasera tiene un monte ¡hasta con un río! (Realmente es una charca contaminada, pero para nosotros eran las cataratas del Niágara). Recuerdo que pasábamos muchas horas diariamente metidos en ese monte. Recogíamos escombros para hacer nuestras “casas clubs”, buscábamos parchas, toronjas, cocos, tamarindos y cuanta fruta existiera. Corríamos caballos de madera y reales. Jugábamos a los “Ninja Turtles” y hacíamos guerra con guayabas maduras (A veces alguien se lucía y tiraba guayabas verdes dejando moretones en nuestro cuerpo. Not cool.) Y de vez en cuando recibíamos unos cuantos “correazos” por parte de nuestros padres por meternos al río a “pescar camarones”.

En aquel monte fuimos superhéroes, ninjas, soldados, tortugas mutantes, jinetes, pescadores, cazadores, agricultores, y todo lo que nuestra imaginación nos permitía. Era un tiempo cuando lo único que me detenía de seguir jugando era la voz de mi madre gritando “¡Julito!”, para que fuera a comer.

Si tú no entiendes lo que estoy diciendo es porque eres de la generación que nunca jugó “gallito” o “bailó trompo”, por estar jugando “Resident Evil”.

¿Qué nos pasó?

¿A qué viene toda esta remembranza? La razón es que hace unos días varias preguntas llegaron a mi mente: ¿Qué nos pasó? ¿Por qué perdimos la capacidad de maravillarnos? Será que el crecimiento y la “madurez” desinflaron nuestra imaginación.

Les confieso algo; toda mi vida de adulto he tratado de volver a ese estado de maravilla e imaginación inocente que tenía cuando niño. Cada proyecto, cada historia, cada película, cada video, ha sido un intento de volver a ser un niño sosteniendo la mano de mi Padre celestial.

Por eso me gusta experimentar, tratar diferentes cosas, imaginar. Lamentablemente, aún no he llegado a ser el niño que mi Papito en el cielo quiere que yo sea. El niño que una vez fui. Siempre hay algo de “adulto” que trata de meterse en medio. ¿Cómo vas a promocionar la película? Así no se hace cine. ¿Cuánta gente tiene que ver la película en el cine para que se considere “exitosa”? ¿Qué pensarán los expertos de cine acerca de ese experimento que estás haciendo? Con ese presupuesto no se puede hacer. Blah. Blah y… Blah.


Las palabras que importan

Luego recuerdo que ninguna de esas palabras importa. Las únicas que importan son las palabras de mi Papito. El mismo que estaba con nosotros en aquel monte soplando sobre nuestra imaginación, y disfrutando con nosotros. Jugando con nosotros. Así que no hay por qué temer a volver a ser niño. Podemos volver a maravillarnos. Podemos volver a jugar.

Es tiempo de que recuperes tu capacidad de jugar. Tu capacidad de maravillarte. Tu capacidad de imaginar. Tu inocencia. Es entonces cuando el mundo cambiará. Ciertamente hay que ser como un niño para entrar en el reino de los cielos.

Papito, ayúdanos a volver a ser niños.

Por si acaso te lo preguntaste, de los “Ninja Turtles” yo era Leonardo, y tenía dos espadas hechas con palos de escoba y cabillos de bicicleta. Pero ahora te pregunto yo: ¿Cuál superhéroe eras tú? ¿Qué te impide volver a jugar?

Hasta la próxima semana. 

///Julito

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