EL DESCUBRIMIENTO DE UN NIÑO
director y guionista de cine
Tenía seis años. Era de noche y estaba buscando entre los libros que guardaba mi madre. ¿Qué buscaba? No lo sé. Yo era un niño sumamente curioso, así que culpemos a la curiosidad.
Allí estaba yo, curioseando entre los libros de mi madre cuando uno pequeño me llamó la atención. Lo agarré. La portada tenía escrito: “Las Aventuras de Tom Sawyer”. Me lo llevé para mi cuarto y comencé a leerlo.
Dos cosas ocurrieron en ese momento.
Número uno, por primera vez, en mi mente se formaron imágenes que se originaron de una fuente externa.
Mientras leía las palabras, en mi mente comenzaban a formarse imágenes basadas en esas palabras. Nunca antes había experimentado eso. Esas imágenes no eran provocadas por algo que yo quería imaginar, sino que eran dirigidas por las palabras que leía. Para mí fue como un regalo de navidad. En menos de media hora yo quería ser como Tom Sawyer, viviendo sus aventuras.
Lo segundo que ocurrió fue que se encendió en mi vida una pasión por la lectura que nunca se ha apagado.
Cuando terminé de leer ese libro, regresé al área donde mi madre guardaba sus libros y volví a buscar. Encontré uno que tenía escrito: “Psicología básica”, pero tengo que confesarles que después de leer dos páginas, desistí de leerlo porque no entendía esa “historia”. Así que tuve que conformarme con un libro de Ciencias que tenía imágenes de cohetes.
Ejercicio para el cerebro
En más de una ocasión he escuchado a jóvenes decirme: “Julito, lo que pasa es que a mí no me gusta leer.”
Al escuchar eso, mi corazón se entristece, porque esas palabras son simplemente una excusa que no nos permiten crecer. Tú y yo tenemos una responsabilidad delante de Dios de desarrollar nuestro máximo potencial. La única manera de crecer es aprendiendo y poniendo en práctica lo aprendido. Para aprender tenemos que observar, examinar, leer, escuchar, experimentar.
No me refiero solo a libros de ficción o literatura (Aunque deberías leerlos también), sino libros de no-ficción que te ayuden en tu desarrollo como ser humano. Yo estoy seguro que a la mayoría de nosotros no nos gusta echar gasolina. Por lo menos a mí no. Eso de pagar por un producto que está demasiado caro, y se agota demasiado pronto, no es algo que me haga saltar de la emoción. Sin embargo, todos los que tenemos un vehículo tenemos que echar gasolina. ¿Por qué? Porque es necesario. Porque si no, nos quedamos sin gasolina y no podemos ir a ninguna parte.
Allí estaba yo, curioseando entre los libros de mi madre cuando uno pequeño me llamó la atención. Lo agarré. La portada tenía escrito: “Las Aventuras de Tom Sawyer”. Me lo llevé para mi cuarto y comencé a leerlo.
Dos cosas ocurrieron en ese momento.
Número uno, por primera vez, en mi mente se formaron imágenes que se originaron de una fuente externa.
Mientras leía las palabras, en mi mente comenzaban a formarse imágenes basadas en esas palabras. Nunca antes había experimentado eso. Esas imágenes no eran provocadas por algo que yo quería imaginar, sino que eran dirigidas por las palabras que leía. Para mí fue como un regalo de navidad. En menos de media hora yo quería ser como Tom Sawyer, viviendo sus aventuras.
Lo segundo que ocurrió fue que se encendió en mi vida una pasión por la lectura que nunca se ha apagado.
Cuando terminé de leer ese libro, regresé al área donde mi madre guardaba sus libros y volví a buscar. Encontré uno que tenía escrito: “Psicología básica”, pero tengo que confesarles que después de leer dos páginas, desistí de leerlo porque no entendía esa “historia”. Así que tuve que conformarme con un libro de Ciencias que tenía imágenes de cohetes.
Ejercicio para el cerebro
En más de una ocasión he escuchado a jóvenes decirme: “Julito, lo que pasa es que a mí no me gusta leer.”
Al escuchar eso, mi corazón se entristece, porque esas palabras son simplemente una excusa que no nos permiten crecer. Tú y yo tenemos una responsabilidad delante de Dios de desarrollar nuestro máximo potencial. La única manera de crecer es aprendiendo y poniendo en práctica lo aprendido. Para aprender tenemos que observar, examinar, leer, escuchar, experimentar.
¿Sabes qué? Cuando no leemos, poco a poco nos vamos quedando sin gasolina y no llegamos a ninguna parte. Un gran hombre dijo: “La lectura es para el cerebro, lo que es el ejercicio para el cuerpo.”
Mi padre espiritual, el Apóstol José Álvarez, constantemente nos recuerda la importancia de la lectura. No solo nos lo recuerda, sino que él también es un ávido lector. En este momento, me hago eco de sus palabras.
Para continuar creciendo tenemos que envolvernos en la lectura de materiales que nos edifiquen.
Si no tienes el hábito de la lectura, comienza poco a poco. Lee un versículo de la Biblia. Lee los “blogs” de Buenas Nuevas. Poco a poco aumenta la cantidad de lo que lees. Si aún piensas que no puedes leer, pues consigue los libros en audio. De esta manera, podrás escucharlos mientras vas en tu vehículo o en tu celular. Te garantizo que, si seleccionas el material correcto, tu vida será transformada de manera radical.
Hasta la próxima semana.
///Julito
BUENAS NUEVAS es una publicación enfocada en presentar las buenas noticias en Puerto Rico, y el extranjero. Además de equipar al pueblo con su verdadera identidad eterna. Si desea compartirnos lo que harán en su comunidad o iglesia, tiene alguna petición etc. escríbanos a redaccion@buenasnuevaspr.com. Le invitamos a que nos comparta sus comentarios.