Grupo Puerto de Milagros
Cuando las personas tienen un novio por primera vez, todo parece tan perfecto. Pueden salir por muchas horas al “mall”, a la playa, a comer, al cine entre otras cosas. Cuando hablan por teléfono, pasan muchas horas que ni cuenta se dan y hasta para enganchar el teléfono es una odisea esperando quién engancha primero, jeje. No se escatima en gastar el dinero en cualquier regalo, ya que es para esa persona especial. Pero después de un tiempo, las cosas van cambiando, ya sea por la rutina ó por las responsabilidades que se van añadiendo con el pasar de los días.
Así mismo pasa con nuestra relación con Dios. Cuando tenemos el primer amor, vamos todos los días a la iglesia, pertenecemos a varios ministerios, vamos a todas las actividades, ósea, no nos perdemos un quince. Pero al pasar el tiempo, nos enredamos en tantas cosas que como cristianos debemos hacer y relativamente no hay tiempo para tener una verdadera intimidad con Dios. Debemos recordar que la verdadera intimidad con Dios es orar, es así de sencillo. Que interesante, muchas personas piden oración pero no oran, van por cada esquina del templo, buscando quien pueda orar por su necesidad o petición, pero se les hace bien difícil tener una intimidad con Dios. Muchas veces sus peticiones no son contestadas, ya sea por pedir mal ó por no tener una fe verdadera. Para ese tipo de personas es más fácil ganarse un premio en un sorteo, a que Dios responda a su oración.
Cuando las personas tienen un novio por primera vez, todo parece tan perfecto. Pueden salir por muchas horas al “mall”, a la playa, a comer, al cine entre otras cosas. Cuando hablan por teléfono, pasan muchas horas que ni cuenta se dan y hasta para enganchar el teléfono es una odisea esperando quién engancha primero, jeje. No se escatima en gastar el dinero en cualquier regalo, ya que es para esa persona especial. Pero después de un tiempo, las cosas van cambiando, ya sea por la rutina ó por las responsabilidades que se van añadiendo con el pasar de los días.
Así mismo pasa con nuestra relación con Dios. Cuando tenemos el primer amor, vamos todos los días a la iglesia, pertenecemos a varios ministerios, vamos a todas las actividades, ósea, no nos perdemos un quince. Pero al pasar el tiempo, nos enredamos en tantas cosas que como cristianos debemos hacer y relativamente no hay tiempo para tener una verdadera intimidad con Dios. Debemos recordar que la verdadera intimidad con Dios es orar, es así de sencillo. Que interesante, muchas personas piden oración pero no oran, van por cada esquina del templo, buscando quien pueda orar por su necesidad o petición, pero se les hace bien difícil tener una intimidad con Dios. Muchas veces sus peticiones no son contestadas, ya sea por pedir mal ó por no tener una fe verdadera. Para ese tipo de personas es más fácil ganarse un premio en un sorteo, a que Dios responda a su oración.
En 1 Juan 5:14 nos dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. La oración, no puede ser el último recurso ante cualquier circunstancia, sino todo lo contrario. Hay que aprender a estar cerca de la presencia del Señor ya que la oración es clave fundamental en nuestro crecimiento espiritual. Hoy es el día de revivir con más fuerzas aquellos momentos de entrega y búsqueda. No es tarde, este es tú tiempo.
Hasta la próxima.
Joel Hernández
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