luzesther14@hotmail.com
¿Crees que los misioneros enfrentan crisis en el campo? Si es así, qué herramientas tiene para enfrentar cada situación? ¿Quién es responsable de atender esas necesidades? ¿A quién puede acudir en momentos de desafíos como enfermedades, situaciones matrimoniales, dificultades con los hijos, etc? ¿Qué significa el cuidado integral al misionero? Saludos. BIENVENIDOS una vez más a esta sección de “Conociendo de Misiones”. Hoy comenzamos una serie enfocada en el Cuidado Integral del Misionero.
TÚ Y LAS MISIONES – Un misionero latino sirviendo en Europa compartía su experiencia con mucho dolor. “La iglesia que me envió al campo se dividió en tres”, nos relataba el hermano. “Al regresar, los hermanos que nos habían enviado al campo ahora no se sentían responsables de nosotros. ¿A dónde asistimos, a quién nos reportamos, dónde quedó la iglesia que nos envió?” Ese testimonio compartido en un taller en el segundo congreso COMIBAM ´97 en Acapulco, México. Allí nació el trabajar un esfuerzo unido para desarrollar un departamento de Cuidado Pastoral del Misionero. Tres años más tarde, en Lima, Perú se realizó la primera consulta de Cuidado Pastoral del Misionero. El término usado en inglés es “Member Care”. Ante el análisis nos dimos cuenta que era mucho más que cuidado pastoral y se acuñó la frase “Cuidado Integral del Misionero”.
¿Crees que los misioneros enfrentan crisis en el campo? Si es así, qué herramientas tiene para enfrentar cada situación? ¿Quién es responsable de atender esas necesidades? ¿A quién puede acudir en momentos de desafíos como enfermedades, situaciones matrimoniales, dificultades con los hijos, etc? ¿Qué significa el cuidado integral al misionero? Saludos. BIENVENIDOS una vez más a esta sección de “Conociendo de Misiones”. Hoy comenzamos una serie enfocada en el Cuidado Integral del Misionero.
TÚ Y LAS MISIONES – Un misionero latino sirviendo en Europa compartía su experiencia con mucho dolor. “La iglesia que me envió al campo se dividió en tres”, nos relataba el hermano. “Al regresar, los hermanos que nos habían enviado al campo ahora no se sentían responsables de nosotros. ¿A dónde asistimos, a quién nos reportamos, dónde quedó la iglesia que nos envió?” Ese testimonio compartido en un taller en el segundo congreso COMIBAM ´97 en Acapulco, México. Allí nació el trabajar un esfuerzo unido para desarrollar un departamento de Cuidado Pastoral del Misionero. Tres años más tarde, en Lima, Perú se realizó la primera consulta de Cuidado Pastoral del Misionero. El término usado en inglés es “Member Care”. Ante el análisis nos dimos cuenta que era mucho más que cuidado pastoral y se acuñó la frase “Cuidado Integral del Misionero”.
Este vino a ser un concepto nuevo dentro de las misiones latinas. Por años se tuvo la imagen de que el misionero era alguien que debía tener las herramientas para salir adelante en cualquier circunstancia. “Si Dios lo llamó, le ayudará a salir adelante ante cualquier situación”, era una expresión común. Ante dificultades y fracasos, la tendencia era a cuestionar si realmente Dios le había llamado. Pero la realidad es que esta postura no es bíblica. Cuando somos misioneros en lejanas tierras, seguimos siendo parte del cuerpo de Cristo. Sigue vigente el consejo paulino “sobrellevar los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6.2), y “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría…” (Colosenses 3.16). Acostumbro a usar la expresión: “Nuestro misionero es un miembro de la iglesia que se mudó un poco más lejos.” Un misionero es alguien que fue discipulado, creció y sirvió en la congregación local y ahora es una extensión del ministerio de esa congregación en lejanas tierras. La Iglesia, en toda su expresión, es la agencia de Dios para enviar misioneros a las naciones. Como iglesia somos parte del ministerio que ellos estarán realizando en el campo. Como iglesia debemos cuidar a nuestros misioneros de forma integral. Ahora bien, ¿qué significa el “cuidado integral”?
Cuando hablamos de cuidado integral hablamos de proveer al misionero lo que necesita para crecer y dar buen fruto, tanto a nivel personal como en su tarea ministerial. Una forma de ilustrarlo es como el cuidado que damos a una planta. Para que logremos que crezca y dé buen fruto, una vez sembrada necesitamos echarle abono, podarla, echarle agua, que reciba luz adecuada y protegerla de insectos u otros elementos que la puedan dañar. De igual forma, el cuidado al misionero implica que este pueda tener todos los elementos necesarios para que crezca y dé fruto para gloria de Dios. El trabajo misionero no es de llaneros solitarios. Ellos necesitan nuestro compromiso e involucramiento para que se cumpla el propósito de Dios. “Enviarlos no es dejarlos ir, es ir con ellos”. La tarea misionera es hermosa, pero representa muchos desafíos y pruebas. El misionero necesita el cuidado pastoral y el apoyo de la iglesia desde su país. No es crear dependencia, sino ser la soga fuerte que les sostiene mientras descienden al abismo a rescatar a los perdidos y traerlos a la luz del evangelio. Como iglesia que envía, ¿estamos dispuestos a cuidar de nuestros misioneros más allá de la ofrenda mensual?
Escríbame a luzesther14@hotmail.com con sus comentarios y también preguntas o sugerencia de temas. Continuaremos la próxima semana…
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