Pastora Luz Esther Cádiz//
BUENAS NUEVAS
“Ya no tenemos que enviarle nuestra ofrenda, pues está aquí y no en el campo…” Esa es una expresión típica de algunos cuando el misionero regresa. Pero, ¿es correcto que lo dejemos desprovisto de inmediato cuando nos visita o cuando regresa? ¿Cómo cubrirá sus gastos durante su estadía o en lo que logra reinstalarse nuevamente? Saludos y BIENVENIDO una vez más a su sección “Conociendo de Misiones”. Hoy vemos un tercer aspecto del rol de la iglesia que envía misioneros al campo y su vital cuidado cuando estos regresan. BUENAS NUEVAS
TÚ Y LAS MISIONES – Una de las áreas en las que necesitamos crecer como iglesia es en el apoyo económico a nuestros misioneros. La iglesia no está para ayudar al misionero, sino para sostenerlo en su trabajo en el campo. Sostener es mucho más que ayudar. Es proveer lo necesario para que pueda mantenerse en el lugar donde Dios le ha llamado, de una forma digna para él o ella o para la familia misionera. Por eso es que es importante que su apoyo económico provenga de diferentes iglesias, familias y amistades. Cuando usted adopta un misionero, ya sea en carácter personal o como iglesia, es porque usted reconoce y valida el ministerio de esa persona. Entonces usted se hace parte de la labor de ese misionero a través de su apoyo económico fiel y consistente. Usted reconoce que esa aportación es vital para que ellos continúen su tarea. Así como nosotros recibimos nuestro salario fielmente en nuestros trabajos (en la mayoría de los casos), así también el misionero debe recibir su sustento fielmente cada mes.
Pero, ¿qué sucede cuando el misionero regresa, ya sea por un periodo de descanso o definitivamente? Lamentablemente es muy común que las personas piensen que porque están acá, ya no necesitan y le retienen la ofrenda prometida. ¿Cómo entonces ellos podrán seguir cumpliendo con sus compromisos económicos? El pastor Vallellanes en su ponencia sobre ¿Qué espera un misionero cuando regresa a su iglesia local?, nos dice sobre el apoyo económico: “La responsabilidad económica de la iglesia no termina cuando el misionero regresa. Debe dársele un tiempo razonable para que éste haga los ajustes necesarios en sus finanzas de modo que no sufra penurias en su propio país. Llegar a su país conlleva un cambio drástico en su modo de vida tal y como lo fue su llegada al campo donde sirvió. Del mismo modo, debe asistírsele y acompañarlo en ese proceso hasta que esté normalmente establecido. No se le debe descartar su regreso al trabajo secular durante su permanencia en su país de origen.”
La iglesia y las personas que apoya a este misionero, a quien aman y con quien se han comprometido en la obra, se les recomienda que mantengan su apoyo por lo menos entre 3 a 6 meses luego de su regreso. Esto varía de acuerdo a las circunstancias. El propósito es cuidarles y que no pasen necesidades en su país innecesariamente. Re-instalarse nuevamente en el país requerirá de mucha ayuda en diferentes áreas. Por otro lado, habrá quienes regresan con un llamado a continuar en misiones como misioneros movilizadores. Ese precisamente fue mi caso, aunque al principio no lo entendí. Cuando Dios me habló de regresar del Perú, me dijo: “Tú sola puedes hacer mucho, pero con 10 puedes hacer más. Necesito que le enseñes a otros”. Fruto de esa obediencia son decenas de misioneros en el campo, pastores involucrados en misiones y cientos de personas impactadas y comprometidas con la tarea misionera. Necesitamos apoyar económicamente a quienes Dios trae con experiencia y comprometidos a seguir impulsando la obra misionera.
Apoyemos dignamente a nuestros misioneros en el campo y también en su regreso a casa. Ahora bien, ¿qué podemos recomendarles a los misioneros en su preparación para regresar a casa? De eso hablaremos la próxima semana.
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